martes, 4 de junio de 2024

Reflexiones sobre “si se quiere, se puede”

Qué flagelo es la mentalidad “si se quiere, se puede”. No es tan simple. Hay circunstancias y factores que complejizan la consecución de un objetivo. Los deportistas buscan ganar, salir campeones, pero pocos lo logran. En el fútbol argentino de primera división hay 28 equipos: un solo campeón y 27 que no. 27 quieren y no pueden.

“El que quiere laburar, labura”, dicen algunos sin ir más allá, sin pensar que en las empresas trabaja el que lo toman, no el que quiere.

“Cociná pan y salí a venderlo casa por casa”, dicen. Pero hay un 6% de desocupación, por lo que es posible que el vendedor toque timbres en un barrio y no lo atienda nadie porque los moradores se fueron a trabajar. La rutina del otro influye. A su vez, el panadero del barrio no quiere competencia porque dice que es desleal, que él paga los impuestos, que habilitó su local, que hace hincapié en la higiene de su cocina y el emprendedor no.

“Comprate una cortadora de pasto y ofrecete”, simplifican sin tomar en cuenta si el precio es accesible ni si el vecino se corta su propio pasto y no tiene necesidad de los servicios de un jardinero.

Si fuese tan fácil eso de que si se quiere se puede, millones serían novios de Pampita y el marido es uno solo. En un consultorio médico atenderían muchos médicos (todos los que quisieran) y no uno solo. Habría muchos docentes al frente de un aula y no uno solo.

Con desear algo no alcanza. Nadie sería pobre, nadie se enfermaría, nadie moriría, nadie perdería en ningún deporte, nadie sería despedido, nadie sería discriminado. Hay límites a los deseos.