La selección uruguaya trabajó mucho, peleó, luchó, no le fue fácil, pero se metió en los cuartos de final. Cuando tuvo que defender, defendió; cuando tuvo que atacar, atacó. Presentó un equipo compacto, sólido, que se apoyó en sus grandes figuras como Suárez y Cavani, autor de los dos tantos.
Portugal debió remontar la desventaja tempranera de la mano de Bernardo Silva y con un Cristiano Ronaldo apagado. Recién en el segundo tiempo alcanzó la igualdad a través de Pepe. Pero el 1-2 fue lapidario, porque ya no tuvo creatividad para vulnerar a su rival, se fue perdiendo en arrestos individuales y en centros sin destino.
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