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domingo, 17 de junio de 2018

Costa Rica 0 - Serbia 1

El equipo ganador fue más ofensivo, jugó por las bandas a colocar centros a sus hombres más altos. Pudo aumentar el marcador. Kolarov convirtió un golazo de tiro libre. Costa Rica se agrupó atrás e intentó salir rápido, pero no tuvo precisión y le costó generar situaciones de gol.

sábado, 5 de julio de 2014

Holanda 0 (4) – Costa Rica 0 (3)

La noche de los arqueros. Navas la rompió en los 120 minutos; Krul, en los penales.

Pese a algunos errores e intermitencias, Holanda mereció ganar tanto en el tiempo regular como en el alargue. Mostró una salida limpia desde el fondo (donde no sufrió mayores sobresaltos), desbordes a través de Robben (otra vez se destacó) y culminación mediante Van Persie. Con un juego directo, de rápida transición defensa-ataque, se las arregló para transformar en figura a Navas. Además, Sneijder metió un tiro libre en el palo izquierdo y un remate en el travesaño y Van Persie tuvo el gol pero Tejeda, con la ayuda del travesaño, se lo impidió. Kuyt volvió más de lo que fue. Depay alternó más malas que buenas. Blind pensó más en la marca que en utilizar su gran pegada para habilitar a sus compañeros. Louis Van Gaal se la jugó con el cambio de arquero para la definición desde el punto del penal: sacó a Cillessen y puso a Krul, quien les atajó los remates a Ruiz y Umaña (en el que pareció adelantarse) y adivinó los tres convertidos. Enfrentará a Argentina.

Costa Rica escribió una página memorable en el Mundial. Se fue con la cabeza en alto, a pura dignidad e invicto. Fue la revelación. Se respaldó en un enorme Keylor Navas, quien tapó seis pelotas de gol. Contó con una defensa muy sólida, ordenada tácticamente y que mantuvo al equipo con posibilidades. Tuvo una aceptable recuperación en el medio; no así en cuanto a la generación de fútbol debido al bajo desempeño de Ruiz y Bolaños. Campbell hizo poco arriba y se fue reemplazado por Ureña, quien dispuso de un mano a mano bloqueado por Cillessen. No pudo en los penales, pero realizó un torneo para el aplauso.

domingo, 29 de junio de 2014

Costa Rica 1 (5) – Grecia 1 (3)

Navas se llevó todos los flashes: fue figura en los 120 minutos y le tapó un penal a Gekas en la definición.

Los costarricenses lograron otro resultado histórico. Pasaron a cuartos de final por la gran actuación de su arquero y la precisión de sus pateadores. En el desarrollo, no habían hecho nada que justificara el gol de Ruiz. Sus avances eran muy tibios, no estaban cómodos con la posesión (su rival tampoco). Tras la expulsión de Duarte se ubicaron para defender la ventaja, pero cometieron varios errores y dependieron de la tarea de su arquero. Perdieron el equilibrio táctico y, en el minuto 90, sufrieron la igualdad. En el suplementario, dieron muestras de estar golpeados en lo psicológico y posibilitaron algunos contraataques. Pero, al final, festejaron.

Los griegos se disolvían en su pobreza hasta que su adversario se quedó con 10 hombres. Realizaron variantes ofensivas y fueron al frente con más ímpetu que fútbol. Con centros y pelotas paradas. Con Mitroglu y Gekas. Con el tanto de Sokratis en el epílogo. Con el contexto favorable del suplementario. Pero chocaron contra las limitaciones propias y las virtudes de Navas, como en los tiros desde el punto del penal.   

viernes, 20 de junio de 2014

Italia 0 – Costa Rica 1

El seleccionado costarricense es el verdugo del “Grupo de la Muerte”. Obtuvo un triunfo histórico por su orden colectivo. El esquema 5-4-1 le permitió bloquear los intentos italianos, equilibrar el trámite del encuentro y animarse a lastimar en ataque. Se respaldó en la sobriedad del arquero Navas, el desequilibrio de Bolaños y Ruiz (autor del gol) y la movilidad de Campbell. Contó con oportunidades para ampliar el marcador mediante un par de contraataques mal resueltos. Su gente se dio el gusto de gritar ‘Ole’ y festejar la clasificación a octavos de final. 
 
Italia dependió de las apariciones de Pirlo quien, cuando zafó de la marca, habilitó un par de veces a Balotelli con pases largos. Prolijo en la salida, el equipo italiano careció de aceleración y sorpresa para quebrar la presión costarricense debido al flojo trabajo de los mediocampistas. Se fue destiñendo con el correr de los minutos a pesar de las variantes ofensivas del DT Cesare Prandelli. La paciencia se transformó en lentitud.

sábado, 14 de junio de 2014

Uruguay 1 – Costa Rica 3

Los costarricenses dieron la sorpresa y consiguieron una victoria merecida. Sus méritos residieron en la coordinación que lució la defensa, la aplicación táctica colectiva y el excelente segundo tiempo en el que crearon muchas situaciones de gol. Presentaron a un Joel Campbell brillante (puso el 1-1), una buena resolución de las pelotas paradas y la sobriedad del arquero Navas.

Como en las eliminatorias, a Uruguay le costó protagonizar el trámite del encuentro, no está preparado, no es su característica. Si a esto se le suma una mala tarea defensiva y ataques ocasionales, el resultado dista de lo buscado. Cuando se puso al frente en el marcador, había hecho poco para merecerlo. Cuando le igualaron, no pudo salir de su sorpresa. Cuando se vio en desventaja, careció de variantes para empatar. 

El árbitro alemán Félix Brych acertó al sancionar como penal una ingenua sujeción de Junior Díaz a Lugano (marcó Cavani) y al expulsar a Pereira por una violenta patada a Campbell. En cambio, el asistente Stefan Lupp no vio la posición adelantada (fina) de Duarte en el 2-1.

lunes, 18 de julio de 2011

Las razones de otra frustración argentina

En el día del 61 aniversario del Maracanazo, Uruguay sumó otro halago a su historia. En los cuartos de final de la Copa América, eliminó por penales a Argentina y la dejó sumergida en un mar de dudas. La principal es ¿por qué se quedó afuera? Pese a que los penales otra vez (como en la Copa América 2004 y en el Mundial 2006) detuvieron en Santa Fe el andar de la Selección, las razones futbolísticas actuales son más tangibles, más palpables que una mala racha o una noche aciaga.

En principio, el insuficiente tiempo de trabajo conspiró contra la puesta a punto de la ideología pregonada por el entrenador Sergio Batista (elegido en una decisión polémica por Julio Grondona). En pocos entrenamientos, le fue difícil presentar un equipo respetuoso de la pelota, ambicioso, ofensivo y con espíritu ganador, inspirado en el Barcelona de Pep Guardiola. Le resultó complicado darle un sentido colectivo bien aceitado a las características individuales de cada elemento más las funciones específicas a desplegar en el campo. Encima, el hecho de medirse con la vara (alta) del mejor equipo ¿de la historia? le generó una presión más.

Cronológicamente, el mal armado del plantel de 23 futbolistas evidenció una superpoblación de mediocampistas centrales y centrodelanteros y una escasez de marcadores de punta, mediocampistas externos y punteros. Extrañó esa decisión porque durante su ciclo Batista probó con Pillud, Monzón, Ariel Rojas y Ansaldi para el primer caso de escasez, Enzo Pérez, Chávez, Belluschi y Valeri para el segundo y Juan Manuel Martínez, Mouche, Hauche y Sperduti para el tercero. Entonces, este desbalance condicionó el armado del 11 titular para cada encuentro, donde algunos jugadores ocuparon puestos infrecuentes. Por ejemplo, Tévez y Agüero se corrieron a los extremos, Zanetti actuó por la izquierda cuando en el Inter es doble cinco con Cambiasso, quien a su vez se movió como diez, y Banega trabajó por la derecha. Mientras que Gabriel Milito y Gago, de mucha participación en la Copa, fueron suplentes en sus equipos durante la temporada 2010-11.

La saludable actitud argentina de protagonizar los encuentros de su Copa América sacó a la superficie el primer error: la transición ataque-defensa; es decir, cuando perdía la posesión del balón. La presencia de tres delanteros más dos volantes dúctiles para el traslado no garantizaron un correcto retroceso, no cruzaron a tiempo la línea de la pelota para conformar un equipo corto, ni tuvieron oficio para contrarrestar el juego contrario, excepto ante Costa Rica. Por lo tanto, la soledad de Mascherano, quien disputó su peor torneo en la Mayor, hizo recordar el Mundial de Sudáfrica a la hora de quitar. Así, la defensa quedó expuesta, desnuda: cedió demasiados espacios, ofreció una frágil resistencia en el mano a mano, debió cortar con faltas innecesarias y obligó a alguna que otra intervención providencial de Romero.

Otra clave de la eliminación de la Selección radicó en la falta de intérpretes adecuados para ejecutar y defender acciones con pelota detenida. Desaprovechó las infracciones sobre Messi, Di María y compañía y careció de especialistas en el juego aéreo para tomar al uruguayo Lugano. Tampoco en los momentos adversos, cuando el desarrollo entraba en un terreno psicológico y de roces o silbidos del público, hubo rebeldía. Menos que menos mostró un plan B para desentrañar los planteos táctico-estratégicos mezquinos del oponente de turno.

Como un mal que viene de arrastre, no sólo del fútbol sino de la sociedad argentina, primó el individualismo, el yo antes que el nosotros. Las figuras no conformaron el equipo, no se asociaron, no se cohesionaron, no se conectaron como el fútbol de hoy lo exige. Cuerpo técnico, jugadores, dirigentes e hinchas no se unieron. Y se sabe que el todo es más que la suma de las partes.