Los
costarricenses lograron otro resultado histórico. Pasaron a cuartos de final
por la gran actuación de su arquero y la precisión de sus pateadores. En el
desarrollo, no habían hecho nada que justificara el gol de Ruiz. Sus avances
eran muy tibios, no estaban cómodos con la posesión (su rival tampoco). Tras la
expulsión de Duarte se ubicaron para defender la ventaja, pero cometieron
varios errores y dependieron de la tarea de su arquero. Perdieron el equilibrio
táctico y, en el minuto 90, sufrieron la igualdad. En el suplementario, dieron
muestras de estar golpeados en lo psicológico y posibilitaron algunos
contraataques. Pero, al final, festejaron.
Los griegos
se disolvían en su pobreza hasta que su adversario se quedó con 10 hombres.
Realizaron variantes ofensivas y fueron al frente con más ímpetu que fútbol.
Con centros y pelotas paradas. Con Mitroglu y Gekas. Con el tanto de Sokratis
en el epílogo. Con el contexto favorable del suplementario. Pero chocaron
contra las limitaciones propias y las virtudes de Navas, como en los tiros
desde el punto del penal.
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