jueves, 19 de junio de 2014

Uruguay 2 – Inglaterra 1

Otro impacto sudamericano ante un grande europeo. Otra actuación memorable. Otra demostración de talento y sacrificio.

Uruguay sacó adelante una especie de final, con sentido colectivo, humildad y capacidad. Con mentalidad ganadora, orgullo y dosis de juego. Les puso el pecho a los embates de su rival y sufrió, pero se quedó con el premio. Luis Suárez, el corazón de la Celeste, metió un doblete inolvidable: cabezazo y derechazo violento. Comprometido con la causa, se restableció rápido de una lesión, casi mete dos goles olímpicos y se convirtió en el héroe de la jornada. Se emocionó e hizo emocionar. Arévalo Ríos se multiplicó y cortó muchos avances. Cavani acompañó y asistió a Suárez. El pibe Giménez defendió como un veterano al lado de Godín.

Con un fútbol directo y veloz, Inglaterra salió a atacar, insistió cuando estuvo abajo en el marcador y se transformó en una tromba en el complemento. Ejerció una presión insostenible en el medio para luego inquietar a Muslera. Llegó a la igualdad transitoria a través de Rooney, quien representó así las proyecciones de Baines y la profundidad de Sturridge. Atrás, tuvo a un caudillo como Cahill, quien anuló varios avances uruguayos. Desaprovechó su tramo favorable y perdió el partido mediante una fórmula conocida: un pelotazo largo para el pique de un delantero.

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