Italia deberá
armar las valijas porque, si bien tomó la iniciativa, inquietó poco y nada a
Muslera. Quiso clasificarse (le bastaba un empate) mediante la posesión de la
pelota, sin arriesgar demasiado. El 5-3-2 le dio frutos en la recuperación; no
en la ofensiva. Algunos de sus jugadores hicieron tiempo al sufrir infracciones
y, al final, se les volvió en contra. Pirlo pensó y distribuyó; nadie lo
acompañó.
Hubo pocos espacios, todo fue muy estudiado y trabado. La táctica le ganó a la inventiva y la lucha, al fútbol. Desniveló una pelota parada.
El árbitro
mexicano Marco Rodríguez acertó al echar a Marchisio, pero no vio un mordiscón
de Suárez en el hombro de Chiellini tres minutos antes del gol: también era
roja.
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